Ultimas Noticias | Amazonas: cuidar o destruir?

¿Qué estamos haciendo con nuestra Amazonía, ese tesoro verde del sur del país?

¿Sabremos conservarlo y beneficiarnos de todo lo que ofrece? ¿O, por el contrario, vamos hacia su destrucción? Compartimos con Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Surinam, Guyana y Guayana Francesa esos bosques magníficos, cruzados por ríos caudalosos, y plenos de las más diversas formas de vida: animales, plantas, hongos, microorganismos…

Son ecosistemas que han venido evolucionando por millones de años y donde suelo, rocas, aire, agua y seres vivos se encuentran entrelazados y en equilibrio formando una tupida red de relaciones.

Allí también habitan desde hace milenios diferentes pueblos indígenas, que conocen el lugar y tradicionalmente lo han aprovechado con prudencia. Ahora, la crisis económica ha hecho que el Gobierno nacional se enfoque hacia la Amazonía porque en ella, junto a toda la variedad de palpitante vida, hay también minerales valiosos. Así, el proyecto del Arco Minero del Orinoco, ya en desarrollo, contempla la extracción de oro, diamantes y otros minerales en una enorme extensión de unos 112.000 kilómetros cuadrados al sur del río padre.

Lamentablemente, la minería es una actividad en extremo destructiva de los ambientes naturales, no importa el “apellido” que se le ponga. Aun conducida con mesura, implica deforestar, remover la capa de suelo, utilizar químicos dañinos, abrir vías de penetración que son como tajos en la superficie del bosque… La promesa de la riqueza fácil atrae a extraños ávidos. En esos amplios espacios de nuestro sur la minería legal no es fácil de controlar y, lo que es peor, junto a ella tiende a crecer la ilegal, violadora de las más elementales normas. Despunta la explotación feroz de las y los trabajadores, junto a la prostitución, incluso de menores.

En esa región es preferible reducir la minería a espacios muy restringidos, en áreas ya intervenidas. Así como evitar convertir bosques en extensos criaderos de ganado. Hay que conservar la Amazonía como nuestro reservorio de agua, aire puro y biodiversidad. Nuestro controlador del cambio climático. Allí son posibles actividades como el turismo y la extracción no destructiva de productos vegetales. También, fuera de áreas protegidas, la agricultura (esta sí) ecológica, a escala moderada.

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